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El aceite usado en las cocinas de casas y restaurantes puede tener una segunda vida como biodiésel, jabón o cera para velas. Se favorece así la economía circular y se evita una potente fuente de contaminación. Según el Ministerio de Transición Ecológica, en España se generan 150 millones de litros de aceite vegetal al año, de los que dos tercios terminan en las alcantarillas. Solo se recoge un 10%. Es importante la producción de biodiésel a partir de aceites usados, porque supone el ahorro de energía fósil del 21% en relación con el uso de aceites crudos, y del 96% de energía fósil respecto a la producción del diésel.

En el panorama de las empresas que conceden una segunda vida al aceite usado de cocina destaca Ekogras, que nace en 1998, en palabras de Horacio Goñi, responsable de calidad de la compañía, «como respuesta a la necesidad de gestionar el aceite vegetal usado en el sector de la hostelería. Xabier Muro, fundador de Ekogras, importa desde Estados Unidos la tecnología con la que elaborar biodiésel a partir de ese residuo. Biodiésel de segunda generación, que no consume recursos alimentarios».

Solo se recoge el 10% del aceite que se genera al año

La producción se realiza a través de un proceso químico en el que un alcohol (normalmente metanol) reacciona con el aceite para generar el biodiésel, que se utiliza como combustible diésel habitual. Ekogras se desligó de la fabricación de biodiésel (ahora solo es intermediario) y se centró en mejorar la recuperación de aceite vegetal usado en el sector Horeca y las administraciones públicas mediante la colocación de contenedores para la recogida selectiva en la vía pública (actualmente gestionan más de mil contenedores).

El residuo se recicla al 100%. «Todo se depura y se destina a la fabricación de biodiésel en instalaciones autorizadas. En el procesado del aceite se obtiene aceite limpio -que destinamos a que otras empresas lo usen para elaborar biodiésel o HVO (hydrotreated vegetable oil)-, un agua residual y un resto orgánico. Ambos son enviados a una planta de biometanización, con lo que no se generan residuos», afirma Goñi.

Souji, que en japonés significa limpieza, es un producto que recicla el aceite de cocina en detergente líquido. Sergio Fernández, CEO, y Catalina Trujillo, marketing manager, son sus responsables. Trujillo explica su funcionamiento: «Se trata de un líquido 'mágico' que, al mezclarlo con aceite usado de cocina y agitarlo un minuto, se transforma en detergente. Está elaborado con productos vegetales y minerales».

Con una botella de Souji se reciclan hasta 230 mililitros de aceite desechado. El producto, al contrario que otros limpiadores, no contiene sosa cáustica ni hidróxido potásico y lleva una mínima concentración de tensoactivos como de fosfatos. Se presenta en un envase de cartón reciclado. Según Trujillo, «al convertir ese aceite por medio de la saponificación en un jabón ecológico, se cierra un ciclo completo».

Un litro de aceite usado contamina 1.000 litros de agua

La idea pertenece a Sergio Fernández, ingeniero medioambiental, que no dudó en apoyarse en un experto en la Universidad Ramon Llull para profundizar en la investigación. Un litro de aceite usado contamina 1.000 litros de agua. Además, señala Fernández, «aparte de los atascos de tuberías, aumenta las plagas de ratas en ciudades. Con Souji se minimiza el riesgo de que la gente lo tire por el fregadero». La versión doméstica, que se comercializa hace dos años, tendrá una continuación en una máquina más grande diseñada para el sector de la hostelería, que recicla más aceite con la misma cantidad de producto. Souji ya tiene preparado un prototipo funcional.

Hay más ejemplos de esta segunda vida del aceite. En fase de industrialización, Yenxa es un pequeño electrodoméstico ideado por la empresa navarra Almotech, «que transforma el aceite usado en jabón de diferentes usos -indica Ana Martínez Tanco, CEO y cofundadora junto a Javier Vidorreta- y pretende aumentar el índice de reciclaje de aceite usado a nivel doméstico, que en la UE no supera el 5%».

Esta especie de cafetera requiere dos cápsulas. El primer paso consiste en verificar que la máquina tiene agua. Tras el encendido, se vierte el aceite en el nivel que pide el electrodoméstico y se añaden las cápsulas. Una de ellas lleva una alta concentración de reactivo y la otra aporta aromas y texturas. La máquina elimina los residuos del aceite con la ventaja de que las cápsulas son biodegradables. El funcionamiento es muy sencillo, comenta Martínez: «En poco más de una hora obtengo por cada 150 ml de aceite 750 ml de jabón, un jabón líquido para lavadora libre de alérgenos». Se plantean en Almotech ir más allá, como dice su CEO: «Trabajamos con el centro tecnológico Leitad para conseguir formulaciones químicas que permitan diferentes tipos de jabón con las materias primas de origen sostenible. Y en un medio plazo pasar al ámbito cosmético». También proyectan una Yenxa industrial para el canal Horeca con jabones y derivados.

Con aceite de cocina usado de la franquicia de comida rápida McDonald's, un equipo de investigadores del Departamento de Química de la Universidad de Toronto Scarborough, en Canadá, ha conseguido la elaboración de resina para impresoras 3D con material biodegradable y a menor precio que el habitual. Mediante un proceso químico bastante sencillo, ecológico y estructural y térmicamente estable, lograron probar que las grasas que se encuentran en los aceites de cocina son similares a las moléculas utilizadas en las resinas comerciales. Además, existen otras posibilidades, aunque no sean con aceites vegetales. Por ejemplo, los aceites minerales con un proceso rápido de reciclado tienen otras oportunidades distintas que el aceite de cocina usado: pueden terminar siendo betún, pintura, asfalto para impermeabilización de azoteas con forma de telas o como aglutinantes para fabricar cemento para carreteras.

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