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2022-11-07 16:16:09 By : Mr. David Gong

En 2021, la industria manufacturera creció un 15,9%. A pesar de esto, afronta desafíos importantes, que plantean interrogantes sobre el futuro del sector.

En 2021, el Índice de Producción Industrial (IPI) de Colombia aumentó un 10,3%. En este incremento jugó un papel importante la industria manufacturera, que creció un 15,9%, encontró el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). A pesar de este crecimiento, la industria colombiana afronta desafíos importantes, que plantean interrogantes sobre el futuro del sector. A continuación, le explicamos cinco de ellos. 

En el sector manufacturero las importaciones están compuestas por productos químicos, artículos manufacturados clasificados según el material, maquinaria y equipo de transporte y artículos manufacturados diversos (están excluidos los metales no ferrosos y el grupo de armas y municiones). Cuando usted compra, por ejemplo, un balón, una vajilla o un juego de sábanas de origen importado, usted está comprando un producto que también se fabrica en Colombia.

Que Colombia importe una buena cantidad de los bienes que se producen dentro del territorio nacional constituye un gran desafío, pues los fabricantes nacionales pierden una cuota de mercado que podrían aprovechar para comercializar sus productos. 

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Para los consumidores dichas importaciones pueden resultar ventajosas en épocas de dólar barato, pues pueden adquirir los productos a mejor precio. Por el contrario, en momentos como el actual, cuando el dólar está por las nubes, se ven obligados a comprarlos costosos. En caso de los productos que se dejaron de producir en el país por no resultar competitivos en tiempos de dólar barato, a la industria le toma tiempo volver a fabricarlos, por lo que a los consumidores no les queda otra que pagar más por ellos. 

Por otra parte, para importar dichos productos se necesitan divisas, las cuales deben ser conseguidas con las exportaciones, con Inversión Extranjera Directa (IED) o con deuda externa. Cuando el país importa más de lo que exporta se presenta un déficit en la balanza comercial, lo que significa que el país compró más de lo que vendió. 

Los últimos datos del DANE y la DIAN revelan que, en junio de 2022 las ventas externas de Colombia fueron por 5.547 millones de dólares FOB y presentaron un aumento del 74,3% en comparación con junio de 2021. De enero a junio de 2022 las exportaciones ascendieron a US$ 28.637 millones en relación al mismo periodo de 2019 cuando fueron por US$ 20.301 millones.

En lo correspondiente a las importaciones, en junio de 2022 fueron de 3.368 millones de dólares CIF y muestran un aumento de 29,4% en comparación al mismo mes de 2021. Las importaciones manufactureras fueron las que más participaron con un 73,1%, seguidas por Agropecuarios, alimentos y bebidas con 16,4%, y Combustibles y productos de las industrias extractivas con 10,3%.

Al realizar una comparación de los valores de las importaciones de enero a junio de 2019 con las del mismo periodo del año actual, las cifras revelan un ascenso del 48,9%: en 2019 las compras que realizó Colombia al resto del mundo fueron por US$ 25.855 millones, en 2022 fue de $38.506 millones.

Todo lo anterior deja ver resultados negativos en la balanza comercial por  -6.715 millones de dólares FOB.

Otra parte importante de las importaciones de Colombia corresponde a insumos o materias primas con los cuales se fabrican bienes en el territorio nacional. Tras la devaluación del peso colombiano, la consecuencia lógica es que se encarecen las compras externas tanto de los insumos como de los bienes que se necesitan para fabricar otros bienes, conocidos como bienes de capital. 

Estos aumentos de precio se transfieren inevitablemente al consumidor, con lo que contribuyen al incremento de la inflación. De acuerdo con las estadísticas del DANE, en julio de este año la inflación volvió a estar en dos dígitos (10,21% variación anual), mientras que en julio de 2021 esta fue de 3,9%. 

Uno de los mayores desafíos del sector industrial es la carga tributaria, pues esta no solo incide en la sostenibilidad de las empresas, sino también en la creación de puestos de trabajo y en la calidad de los empleos que estas pueden ofrecer. El 99,9% de las empresas del país son mipymes (micro, pequeñas y medianas empresas). Según Datacrédito Empresas, las mipymes generan cerca del 80% del empleo formal y desarrollan cerca del 50% de la producción industrial y comercial. Y, de acuerdo con Acopi (Asociación Colombiana de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas) Bogotá-Cundinamarca, aportan cerca del 50% del PIB.

El impuesto de renta a las personas jurídicas, que grava las utilidades anuales de las empresas, es uno de los principales. Según información del Centro de Estudios del Trabajo (Cedetrabajo), en 2021 el impuesto de renta en su conjunto, es decir, a personas naturales y jurídicas, aportó el 44,73% del recaudo nacional. La mayor parte del recaudo de este impuesto —el 78% en 2020— es aportado por las personas jurídicas, es decir, por las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas. 

Actualmente, todas las empresas, sin importar su tamaño, deben pagar un impuesto de renta del 35%. La propuesta de reforma tributaria presentada por el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, no plantea el establecimiento de una tarifa diferencial para las mipymes. 

De acuerdo con Alfredo Castellanos, presidente de la junta directiva de Acopi Bogotá – Cundinamarca, “no está bien que una gran empresa, con cientos de empleados, pague la misma tasa de impuesto de renta que una empresa de 10 empleados”. Castellanos considera que este tributo debe ser proporcional al tamaño de la empresa, el cual se determina según el número de trabajadores, el valor de las ventas brutas anuales y el valor de los activos totales. 

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De acuerdo con información de Fedesarrollo, la informalidad empresarial se puede comenzar a definir como “los deberes de las firmas con el Estado” y contribuye a determinar el nivel en el que las firmas —y no los individuos— “se encuentran fuera de los marcos jurídicos y reglamentarios”. 

Las empresas formales pueden desplegar mejor su potencial, pues, por ejemplo, pueden aspirar a exportar. Además, están mejor alineadas con el cumplimiento de sus deberes tributarios y con la creación de empleo formal. 

De acuerdo con el último boletín técnico del DANE, la informalidad laboral, en el periodo abril – junio de 2022, fue del 58%. El informe también evidenció que hay mayor concentración de ocupación informal en las microempresas (85,3%) y en las pequeñas empresas (24,8%) que en las medianas (8,7%) y las grandes (5,7%).

En efecto, crear una empresa formal y que genere empleo de calidad requiere un capital relativamente alto para el nivel de ingresos de un colombiano promedio. Para tener una idea del capital que se requiere para crear una empresa formal, vale la pena mencionar que el Fondo Emprender, administrado por el SENA, apoya emprendimientos que requieren en promedio un capital semilla de 100 millones de pesos. Para ello, les exige tener un producto rentable, crear mínimo 3 puestos de trabajo formales y directos, y consolidar una fuente de ingresos.

Si bien el planeta lo necesita y los consumidores lo demandan cada vez más, lograr que las empresas del sector industrial sean ambientalmente sostenibles es todo un desafío.  Economizar recursos energéticos, aprovechar los recursos cercanos para disminuir el transporte kilométrico, implementar los principios de la economía circular, gestionar ecológicamente el transporte de los productos y garantizar el cumplimiento de las normas sobre emisiones y vertimientos, son solo algunas de las estrategias que pueden adoptar las empresas para mejorar sus indicadores de sostenibilidad, disminuir la huella que dejan en el medio ambiente y atraer a los consumidores conscientes. Sin embargo, muchas de estas medidas resultan costosas y requieren la asesoría de expertos.

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